En Las cuatro estaciones, Vivaldi muestra no sólo la capacidad semántica de la música sino también su habilidad para crear climas sonoros, a la vez evocadores e intimistas. La obra describe el ciclo anual de la naturaleza, de los hombres que la trabajan y de los animales que la habitan. Cada uno de los cuatro conciertos desarrolla musicalmente el soneto de autor desconocido que lo precede, en cuyos versos se dibuja un cuadrito de la estación. Así, La primavera, siguiendo lo representado en el soneto, imita el canto de los pájaros y el temporal; y el afán descriptivo llega hasta detalles como representar a través del violín solista al pastor que duerme, mientras los restantes violines imitan el murmullo de las plantas y la viola los ladridos del perro.
El verano describe primero el sopor de la naturaleza bajo la aridez del sol y después una tormenta, ya anunciada en el primer movimiento y que alcanza el máximo de su violencia en la parte final. El otoño parece presidido por el dios Baco; el compositor presenta la embriaguez soporífera de un aldeano, feliz por la cosecha; luego, al alba, parte el cazador con sus cuernos y sus perros en busca de una presa. En El invierno predominan las imágenes sonoras de la nieve y el hielo.
La popularidad de esta obra se remonta a la época misma de su creación. Especialmente del primero de los conciertos, La primavera, circularon enseguida en Francia copias manuscritas, arreglos e imitaciones. Pero a fines de la década de 1730 el público veneciano empezó a mostrar menor interés por su música, por lo que Vivaldi decidió en 1741 probar fortuna en Viena, donde murió en la más absoluta pobreza un mes después de su llegada.
La popularidad de esta obra se remonta a la época misma de su creación. Especialmente del primero de los conciertos, La primavera, circularon enseguida en Francia copias manuscritas, arreglos e imitaciones. Pero a fines de la década de 1730 el público veneciano empezó a mostrar menor interés por su música, por lo que Vivaldi decidió en 1741 probar fortuna en Viena, donde murió en la más absoluta pobreza un mes después de su llegada.
Tras la Segunda Guerra Mundial, apenas dos décadas después de iniciarse la recuperación y divulgación de su obra, Vivaldi se convirtió en uno de los autores más interpretados en el mundo. A pesar del triste final del compositor y del largo período de olvido, la obra de Vivaldi contribuyó, a través de Bach, a sentar las bases de lo que sería la música de los maestros del clasicismo, sobre todo en Francia, y a consolidar la estructura del concierto solista.
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